Encuentra el pajarito en la foto de arriba
Mi padre
convocaba a los pájaros
cada mañana
y dialogaba en el lenguaje
de los pentagramas.
En su mesa de primavera
compartía el trigo y la cebada.
Escribía mensajes de paz
en todos los árboles de su huerto,
en el vuelo silencioso
de la paloma
que habitaba el campanario,
en el rocío de otras madrugadas.
Pero nadie fue testigo
de esta siembra silenciosa.
Mi padre
convocaba a los pájaros
cada mañana
y dialogaba en el lenguaje
de los pentagramas.
En su mesa de primavera
compartía el trigo y la cebada.
Escribía mensajes de paz
en todos los árboles de su huerto,
en el vuelo silencioso
de la paloma
que habitaba el campanario,
en el rocío de otras madrugadas.
Pero nadie fue testigo
de esta siembra silenciosa.
Algunas veces uno tiene que hacer confesiones sobre si mismo. Y una de ellas es contar que adoro a los "pajaritos en libertad" y a las "palomas". Esta costumbre la heredé de mi padre, que a su terraza venían a comer de sus manos las palomas. Me encanta bajar al parque con alguna nieta y un un trozo de pan, hacer miguitas mientras ellos nos rodean con su inocencia y desconfianza.
Algunas veces me he hecho la pregunta de ¿Por qué si nacen en nuestros jardines, nos tienen tanto miedo? Supongo que llevan escritos en los genes que somos omnívoros y ellos están en la lista del menú de nuestra cadena alimentaria.
Desde los albores de nuestra creación o evolución, cualquiera que sea la teoría que sigamos, el hombre ha querido volar. Y de alguna manera lo ha conseguido hacer, encerrado en esas grandes máquinas de acero, pero jamás lo ha ha podido hacer en libertad, con alas salvo las de la imaginación.
Las aves migratorias no ha dejado de maravillar al ser humano, porque sabemos que cada viaje que hacen es realmente único y las rutas que emprenden sorprendentes .
Ellas son las auténticos ciudadanas del mundo, y me hace identificarme indistintamente con ellas, porque lo que si tenemos en común es que yo emigro cuando puedo y cuando no me siento como mis pequeñuelos hambrientos que no cambian mucho de sitio, salvo de un árbol a otro.
Peor lo tienen los nacidos en cautividad.
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