Llegamos al aeropuerto de JFK. de noche. Amigos que habían ido antes nos habían avisado de las largas colas que se formaban a la hora de entregar papeles. Tuvimos suerte, no había nadie. Enseguida llegamos a la ventanilla, nos tomaron las huellas, una foto y adiós.
Nos alojamos en un hotel en Times Square, en pleno corazón de Manhattan, y nos recibieron las luces parpadeantes de los de los neones anunciando espectáculos de teatros y el bullicio nocturno de la “Ciudad que nunca duerme”.
Nos tomamos un perrito caliente en uno de esos carritos típicos y nos fuimos nada menos que al piso 33 del hotel desde donde aún pudimos ver el brillo de Times Square antes de caer rendidos en la cama.
Al día siguiente hicimos una excursión concertada para situarnos en la ciudad para luego poder recorrer por nuestra cuenta la ciudad y sus amplias avenidas a nuestra anchas porque Nueva York es una ciudad muy segura por lo que puedes ir tranquilo por casi todos los sitios.
Hicimos el del Tour Bajo Manhattan. Un recorrido por el puente de Brooklyn, los centros municipales, la zona cero WTC, el distrito financiero y el famoso ferry a Staten Island con vistas a la ciudad y a la estatua de la Libertad.
Vimos casi todos los edificios emblemáticos, la Bolsa, el Empire State Building, el rascascielos de la Chrisler y la tristemente desolada Ground Zero, el Brooklyn Bridge. Recorrimos la 5ª Avenida. Y el autocar al final nos dejó muy cerca de Canal Street en China Town.
China Town nos decepcionó bastant . Tanta tienda junta de baratijas, de bolsos y relojes acabó mareándonos. Pegadito a China Town estaba Little Italy. Comimos en un restaurante italiano con encanto recomendado por la guía de viaje. Por la tarde tomamos un ferry repleto de viajeros nativos que volvían a sus casas en Staten Island y junto a ellos como posesos estábamos los turistas apiñados en la galeria del ferry intentando captar la mejor foto y la mejor pose de nuestra Estatua de la Libertad. (Fotos que subí en mi primera entrada sobre NY.) La vuelta en el ferry nos ofreció un espectáculo dificilmente olvidable, las primeras luces de Manhattan al anochecer.
Al día siguiente pateamos como no el Central Park y nos hicimos la foto de rigor junto al mosaico de Imagine, pero no logramos encontrar la del famoso puente en el que se hace la foto todo el que viaja a NY. También vimos la casa residencial de Jackie Kennedy con su osito en la ventana, porque recorrimos la 5º Avenida a pie. De vuelta al hotel decidi comprarme una cámara para poder hacer unas fotos desde el Empire State Building de noche. Que por cierto no quedaron tan allá.
Desde siempre he deseado ir a NY. Gracias a tí estoy paseando un poco por esa ciudad que me encanta.
ResponderEliminarGracias por estas entradas.
Besos.