Nueva York, la ciudad de los rascacielos y IV

Aquí os dejo algunas fotos junto con mis últimas impresiones y vivencias en NY.

Me gustaría resaltar que no conozco otro país de los muchos que he visitado que ame más su bandera de lo que lo hacen los estadounidenses. En sus edificios públicos ondean a pares de dos en adelante. Hay calles que son un mar de banderas.

Como cosa curiosa comentar que coincidimos con el día Nacional de Puerto Rico, el cual celebran con un desfile alucinante de más de 6 horas en el cual pudimos disfrutar de sus bellas carrozas, música y bailes.
En Times Square nos sorprendieron con un espectáculo increíble el de unos 15 manifestantes en bici que iban en cueros como Dios les trajo al mundo y tan campantes. Todo se acepta en NY como algo natural y nadie se asusta de nada.
Nos sentimos muy seguros en todo momento en todos los sitios que visitamos. Claro que tampoco fuimos sin acompañamiento a barrios menos seguros.
Pasear por el Central Park también ha sido muy gratificante. Por cierto entré en los lavabos públicos y me quedé gratamente sorprendida de la limpieza. Por cierto hice una foto que me hizo gracia de los rollos de papel higiénico.

Recuerdo con simpatía los carritos de fruta y perritos calientes que engalanan las esquinas de los parques , siempre con personas aguardando su turno sin pedir la vez.
No se me paso inadvertido que hemos participado de la vida cotidiana de la ciudad con la sensación de estar siempre en medio de un mar de gentes de todos los colores y diversa procedencia pero con la percepción de que todo estaba ordenado y organizado cómo si estuviéramos teledirigidos, en dónde cada uno sabia exactamente que es lo que tenía que hacer.

Sus anchas avenidas llenas de tiendas con unos escaparates modrenos y puestos con mucho gusto, farmacias que parecían supermercados en dónde podías encontrar de todo lo que se te ocurriese y donde ni el idioma resultó ser un obstáculo para la comunicación porque (aunque hablo inglés) el español se habla en todos los rincones. La gente siempre amable y atenta se ofrece a ayudarte por el simple hecho de verte buscando en un mapa.
Aunque nunca he estado antes visitando el país en muchos momentos me he sentido como parte de en un gran decorado familiar para mi. Había infinidad de rincones conocidos que he visto antes en las películas y no solo en las americanas.

Asomarme todos los días un par de veces desde la habitación del piso 33 y asombrarme de la altura era otra de las sensaciones indescriptibles. Subir a edificios altos en milésimas de segundos me hizo recordar y comentar en algún momento las escenas eróticas de las películas en la que a los protagonistas les da tiempo a hacer el amor en ese tiempo record dentro de un incómodo ascensor. Claro imaginaciones del director.

En fin termino recordando un viaje muy rico en experiencias y altamente gratificante. Entre otras cosas tuve la suerte de tener un encuentro inolvidable con una amiga de mi infancia y juventud que no veía hace 30 años.
Aunque no todo el mundo estará de acuerdo, para mi N.Y. es la capital del mundo en muchos aspectos a pesar de su corta historia. Me encantaría repetir

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