Que puedo decir yo de Nueva York que no se haya dicho ya y que no sepa nadie. Es el centro de mundo y tiene muchísimos enamorados pero también sus detractores. Para unos es el sitio más maravilloso del planeta y para otros la cuidad más agobiante. Pero nadie puede negar que es una ciudad que te proporciona un sin fin de sensaciones y sentimientos de lo mas variado y que en última instancia nunca te dejará indiferente.
Yo sabía que a mi me iba a encantar tanto visualmente como físicamente. Sus gentes son respetuosas y atentas con el que viene de fuera a pesar de estar acostumbrados a ello te acogen con cariño y te ayudan en lo que pueden.
Durante nuestra estancia nos hemos sentido seguros y hemos andado con libertad por sus anchas e interminables avenidas por más de 8 horas seguidas con ganas de más porque no querías despedirte dejando algo en el tintero. Eso si, os aseguro que hemos acabado con dolor de cuello y sin quitarnos las deportivas hasta la vuelta a casa para evitar traer los pies destrozados.
Tuvimos la suerte de alojarnos en un hotel céntrico nada menos que en el corazón del distrito de Manhattan, en la Calle 52 y Broadway. O sea en pleno Times Square y en el piso 33. Con unas vistas de infarto.
Tengo que decir que desde muy pequeña, tengo grabada en la memoria y en el corazón uno de los recuerdos mas hermosos de mi vida. Nuestro barco cargado de emigrantes con destino a Maiquetía (Venezuela) atracó en el puerto de N.Y. (1951) Mi padre me subió en brazos a cubierta y me enseñó la Estatua de la Libertad. Tenía tan solo 5 añitos y ya quedé fascinada por las luces parpadeantes de Manhattan. Ni que decir que revivir esos recuerdos y ver de nuevo desde el Ferry la misma imagen me ha causado una profunda conmoción.
Este monumento esconde un gran significado para millones de emigrantes y sus familias como la nuestra que pudimos contemplar por primera vez “el nuevo mundo", y todo lo que eso significaba… el comienzo de una nueva vida para todos.
Yo sabía que a mi me iba a encantar tanto visualmente como físicamente. Sus gentes son respetuosas y atentas con el que viene de fuera a pesar de estar acostumbrados a ello te acogen con cariño y te ayudan en lo que pueden.
Durante nuestra estancia nos hemos sentido seguros y hemos andado con libertad por sus anchas e interminables avenidas por más de 8 horas seguidas con ganas de más porque no querías despedirte dejando algo en el tintero. Eso si, os aseguro que hemos acabado con dolor de cuello y sin quitarnos las deportivas hasta la vuelta a casa para evitar traer los pies destrozados.
Tuvimos la suerte de alojarnos en un hotel céntrico nada menos que en el corazón del distrito de Manhattan, en la Calle 52 y Broadway. O sea en pleno Times Square y en el piso 33. Con unas vistas de infarto.
Tengo que decir que desde muy pequeña, tengo grabada en la memoria y en el corazón uno de los recuerdos mas hermosos de mi vida. Nuestro barco cargado de emigrantes con destino a Maiquetía (Venezuela) atracó en el puerto de N.Y. (1951) Mi padre me subió en brazos a cubierta y me enseñó la Estatua de la Libertad. Tenía tan solo 5 añitos y ya quedé fascinada por las luces parpadeantes de Manhattan. Ni que decir que revivir esos recuerdos y ver de nuevo desde el Ferry la misma imagen me ha causado una profunda conmoción.
Este monumento esconde un gran significado para millones de emigrantes y sus familias como la nuestra que pudimos contemplar por primera vez “el nuevo mundo", y todo lo que eso significaba… el comienzo de una nueva vida para todos.
Qué pena que yo no pueda acordarme, ya que yo era muy pequeñita y lo más seguro que estaba durmiendo. Pero me imagino el cúmulo de sentimientos, ya no solo por la estatua de la libertad, sino por esos brazos que te subieron y que ya no estan entre nosotros.
ResponderEliminarGracias Mari por tu comentario. Ya se que no te puedes acordar solo tenías dos años y medio. Y yo solo tengo esa imagen y el recuerdo de sus palabras. Si que es cierto, que cuando vi la estatua y las luces de Manhattan no pude evitar emocionarme. Me invadieron todos los recuerdos y sentí su ausencia.
ResponderEliminarQuerida Katy...
ResponderEliminarA ver, que no cunda el pánico...je,je...
Una entrada cargada de sentimiento y recuerdos. Supongo que será una imagen inborrable para tí. De Nueva York, me gusta casi todo, pese a tener apenas dos siglos de Historia tal y como la conocemos, sin duda es la capital del mundo por muchas cosas. Y es que, como bien dices, nadie puede sentirse indiferente ante esta ciudad...
Un beso.
Gracias Felix por pasearte por mis recuerdos. Mis padres también fueron unos emigrantes forzosos con una pequeña maleta dos hija y porvenir incierto.Por eso soy ciudadana del mundo, porque he sembrado de alegría y de lágrimas medio mundo, bendeciendo aquella primer Tierra que me acogio, y el resto que me bridaron su cultura, su gastronomia, las posibilidades de crecer en todos los aspectos.
ResponderEliminarUn beso
Hola Katy:
ResponderEliminarNueva York es una de mis asignaturas pendientes que en cuanto pueda me abandonaré en sus calles. Creo que debe ser una ciudad magnífica y estoy convencido de que ya la conozco sin haber ido.
Un abrazo y feliz domingo
Hola Fernando, que sorpresa que aterrizaras por aquí. Es una Ciudad que nadie debería perderse.
ResponderEliminarBesos